El matemático italiano Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci, inventó la famosa serie numérica en la cuál el número siguiente de la serie se obtiene con la suma de los dos anteriores (1,1,2,3,5,8,13,21,34,...) Dicha serie y el resultado que se obtiene al dividir un número por el anterior (1,618) han servido como base en multiples reglas geométricas que se han utilizado luego en las ciencias aplicadas.
Pero las teorías de este matemático del siglo XII también se utilizan en la inversión financiera. Una de las herramientas de análisis técnico que busca predecir los puntos de soporte y resistencia en las cotizaciones de los valores bursátiles son precisamente los niveles de retroceso de Fibonacci.
La teoría de los retrocesos de Fibonacci establece unos puntos de retroceso claves tras un fuerte movimiento. Después una caida, o una subida, se fijan unos puntos de referencia que van a constituir soportes o resistencias, según corresponda, del nuevo movimiento. Esos puntos se fijan en el 38,2%, el 50%, el 61,8% y el 100% del tramo.
Por ejemplo, supongamos que un determinado valor ha tenido un tramo alcista desde los 10 euros de cotización hasta los 20 euros y, tras marcar ese máximo, el valor empieza a caer. Según esta teoría, el primer soporte para la caida se fijaría en los 16,18 euros (38,2% del tramo entre los 10 y los 20 euros), el segundo en los 15 euros (50%), el tercero en 13,82 (61,8%) y el cuarto en los 10 euros (100% del tramo). Si en el movimiento de caida se rompe uno de los soportes, éste pasaría a convertirse en resistencia una vez que se iniciara una nueva subida. El sistema funcionaría igual para calcular el rebote que se produciría tras una caida.
Utilizando esta herramienta intentaremos predecir dónde se puede frenar las caídas o los rebotes que los precios pueden experimentar. Por supuesto no es 100% fiable y, de hecho, no hay ninguna base teórica que defienda la efectividad de la misma, y más teniendo en cuenta la impredecibilidad de los mercados.
Sin embargo, como ya hemos comentado en otras ocasiones, la psicología tiene una gran influencia en la inversión. De tal modo que si muchos inversores asumen una teoría como válida, ésta termina funcionando sólo por el hecho de que la mayoría la asume como cierta. El retroceso de Fibonacci puede ser una buena muestra de ello.