Préstamo participativo convertible: la vía de financiación de las startups

Préstamo participativo convertible: la vía de financiación de las startups

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Una de las vías de financiación más habituales en una nueva empresa o startup es el préstamo participativo convertible. El nombre suena un tanto complicado, pero resulta más sencillo de lo que parece. En realidad, no es más que un préstamo acordado por las dos partes durante un tiempo determinado que, al llegar el vencimiento, en lugar de abonar el dinero al prestamista, lo convierte en accionista de la empresa.

A pesar de que su regulación sea tipo préstamo, sus particularidades los convierten en una figura híbrida entre recursos propios (lo que se pone y se genera en la nueva empresa) y recursos ajenos (lo que se pide y se debe).

Para el prestamista que luego se convierte en inversor es interesante porque recibe un interés por el dinero prestado y luego se convierte en propietario de una empresa que funciona, que está más evolucionada. Además, desde un punto de vista legal, el prestamista a la hora de cobrar si las cosas salen mal, sólo está detrás de los acreedores comunes, lo que es una ventaja.

Por otro lado, si la empresa quiere amortizar el préstamo de forma anticipada, sólo puede hacerlo mediante una ampliación de igual cuantía de los fondos propios, por lo que la inversión no puede ser deshecha fácilmente.

Las principales ventajas para la empresa es que los préstamos participativos se consideran patrimonio neto a la hora de reducir capital o liquidar una sociedad, lo que implica que si vienen mal dadas (pérdidas) este dinero tiene la consideración del capital de la compañía.

Por último, desde un punto de vista fiscal, los intereses devengados (abonados al acreedor) son deducibles en la base imponible del Impuesto de Sociedades.

¿A quién le interesa aceptar un préstamo participativo?

Por lo general, este instrumento financiero es utilizado por las firmas de capital riesgo y las sociedades de inversión vinculadas a las administraciones públicas. Sin embargo, también resulta interesante para los grupos de empresas, dado que los intereses que devengan son deducibles en el impuesto de sociedades.

Para el socio capitalista, el préstamo participativo convertible es bueno porque le permite diluir el riesgo y tomar sólo una parte del mismo (participativo). Al mismo tiempo, le asegura que el proyecto obtiene la financiación que precisa, pues queda cubierto por varios capitalistas. Por último, el baremo riesgo beneficio le resulta más favorable, pues comparte el riesgo inicial con otros (el más alto) como prestamista y obtiene luego un beneficio mayor como accionista.

Para la nueva empresa o el emprendedor, el préstamo participativo convertible tiene la ventaja de que con varios accionistas puede cubrir el total de la financiación necesaria sin tener que dejar una parte excesivamente elevada en manos de un único accionista. De igual modo, le proporciona una credibilidad ante el resto del mercado, pues estas líneas de crédito participativas no son fáciles de conseguir y hablan de un proyecto viable.

Los intereses suelen ser variables, con lo que no suponen un lastre para la evolución de la empresa si todo va bien. A mayor beneficio, mayor retorno al prestamista. De esta manera, la empresa obtiene en realidad un crédito contra su propio proyecto; sólo es una cuestión de demostrar la viabilidad del mismo.

Igualmente, quita tensiones a la empresa en su día a día, pues le ofrece una línea de crédito en buenas condiciones y a un plazo lo bastante largo como para que la empresa alcance la viabilidad.