Cómo evaluar tus necesidades financieras

Cómo evaluar tus necesidades financieras

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A día de hoy, el gran caballo de batalla para muchos emprendedores, autónomos o empresarios, es articular una buena financiación que le permita desarrollar su actividad empresarial, crecer y acometer nuevos proyectos empresariales. Financiar una empresa requiere tres análisis distintos para acudir siempre a la fórmula que se adecue más a las necesidades reales de la empresa. Tengamos presente que no es lo mismo una empresa en su fase inicial a una empresa en expansión o incluso, una empresa en problemas que tiene que acometer un duro plan de ajuste en sus balances. Además, el destino específico de los fondos que necesitemos va a vincular siempre la fórmula más adecuada para financiar nuestras necesidades, dividiendo fundamentalmente la financiación en dos tipo, ya sea financiación propia o financiación ajena.

Financiación propia y financiación ajena en la empresa

En la empresa, tenemos siempre dos fuentes de financiación. Estas fuentes se clasifican por el origen y propiedad de los fondos. Con esta tesitura, podemos distinguir las fuentes de financiación como:
  • Financiación propia: que son los fondos propiedad de la empresa, materializados mediante las aportaciones de capital de los socios. Estos fondos no tienen un plazo de devolución y se denomina también financiación permanente.
  • Financiación ajena: que es todo el dinero que no es propiedad de la empresa. Esta financiación ajena, está supeditada a la devolución en el tiempo y su clasificación temporal en función del plazo de devolución hace que tengamos financiación a corto plazo para todos los fondos a devolver a plazos inferiores al año y financiación a largo plazo para plazos superiores al año.
En ambos casos, la financiación empresarial está sujeta al pago de una retribución por el uso de dichos fondos. En el caso de la financiación propia, los socios o accionistas de la empresa esperan unos rendimientos de su dinero que se expresan como dividendos y en el caso de la financiación ajena, se suelen aplicar unos tipos de interés a las operaciones de financiación, aunque como veremos más adelante, no siempre tiene porqué tener costes de intereses. Las empresas, en función de su actividad principal y las necesidades de activos fijos, van a tener unas necesidades particulares de financiación propia. El primer error que tienen todas las empresas siempre pasa por la poca financiación propia que presentan. Estas necesidades de financiación, se cubren entonces con fuentes de financiación ajena, pero por este camino, se eliminan las capacidades reales de crecimiento de la empresa.

Ejemplo

Un ejemplo. Imaginemos que nuestra empresa requiere una inmovilización material en activos (instalaciones, maquinaria, existencias...) de 400.000 euros para comenzar su actividad. Difícilmente podremos tener una empresa sostenible en el tiempo si nuestros fondos propios sólo son de 50.000 euros por ejemplo.

Las fases financieras de la empresa

En la empresa, cada momento temporal requiere unas necesidades específicas, dado que la asunción del riesgo y la capacidad de devolución de la financiación recibida va a ser siempre diferente. Imaginemos, no es lo mismo devolver un préstamo por parte de una empresa que tiene una trayectoria consolidada, un mercado estable o en crecimiento a un préstamo por parte de una start-up con un proyecto empresarial que no se ha probado y que no se sabe siquiera cómo va a funcionar en el futuro. En este sentido, antes de diseñar nuestras rutas financieras, debemos encuadrar nuestra empresa dentro de alguno de estos grupos, que por supuesto no son inamovibles y están sujetos a combinaciones y variaciones entre ellos.
  • Microempresa, autónomo y emprendedor en segmento tradicional. En este grupo encontramos los nichos de autoempleo, profesionales liberales que comienzan su andadura o los emprendedores que se disponen a montar una empresa en un sector que ya existe, probado, con competencia clara y baja componente de innovación. Pensemos por ejemplo en comercio, hostelería o prestaciones de servicios existentes.
  • Emprendedor diferenciado del resto. En este segmento, nos encontramos con un proyecto empresarial que tiene una visión de crecimiento más amplia, persigue objetivos más ambiciosos mediante la introducción de nuevos productos o servicios y además cuenta con una fuerte componente tecnológica dentro de su proyecto empresarial.
  • Empresa tradicional de volumen medio/alto. En este segmento nos encontramos con un proyecto empresarial con una inversión importante, por encima del millón de euros, en áreas industriales, servicios, infraestructuras o comerciales dentro de sectores existentes pero que han detectado el nicho de mercado. Estos proyectos son proyectos relativamente seguros a medio plazo pero con necesidades diametralmente opuestas a las que pueden tener los sectores anteriores.
  • Microempresa, pyme o autónomo en crecimiento. Dentro de este segmento nos encontramos con empresas pequeñas que han traspasado la barrera de los tres años de vida y que han consolidado una posición en el mercado que requiere un crecimiento sostenido. Sería el equivalente a la fase de expansión de cualquier proyecto.
  • Empresa en crisis. Dentro de este segmento, nos encontramos con empresas en las que han perdido cuota de mercado, se encuentran con dificultades de tesorería, tienen problemas de capitalización o problemas de gestión de cobros. Además nos encontramos con empresas que se han podido quedar fuera del mercado por circunstancias ajenas a ellas, como ocurre con el área de promoción inmobiliaria e industrias auxiliares a la construcción.