Cuando se decide rentabilizar los ahorros existen multitud de opciones que ofrecen las entidades bancarias. Una de las que está creciendo en popularidad en los últimos años son los fondos de inversión, cuyos principales tipos y características ya te contamos en artículos anteriores.
Conocer cómo funcionan los diferentes fondos de inversión es importante de cara a elegir el más adecuado a nuestras necesidades. Aquí existen diferentes variables a las que atender, desde en qué invierte el fondo –y, por tanto, el nivel de riesgo que lleva asociado- hasta la inversión mínima que requiere, las comisiones que conlleva o, en el caso que nos ocupa hoy, la liquidez.
De manera simplificada, la liquidez en la capacidad que tiene un inversor de recuperar su inversión en un tiempo determinado. Dependiendo del tipo de fondo de inversión, el cliente podrá recuperar su dinero en apenas días o, si el fondo así lo estipula, en un plazo de tiempo más elevado.
Por ejemplo, la Comisión Nacional del Mercado de Valores recuerda que “los fondos de inversión mobiliaria –los que más habitualmente se contratan en España- se abonan en un plazo máximo de tres días hábiles. Sin embargo, los fondos de inversión inmobiliaria suelen tener una menor liquidez, la normativa dice que como mínimo debe poderse reembolsar una vez al año. Además, en el folleto se establece un preaviso de 10 días en los casos en los que se solicite un reembolso por una cantidad superior a 300.000 euros”.
Es decir, en el momento de comenzar a invertir en un fondo es tan importante fijarse en el tipo de inversiones que realiza como en su liquidez, ya que en caso de necesidad, si nuestro fondo de inversión no tiene una elevada liquidez, la recuperación de nuestro dinero se puede demorar más de lo deseado.
El coeficiente de liquidez
Para facilitar que los clientes puedan recuperar su inversión de la mejor manera, la ley establece un coeficiente de liquidez que recientemente ha pasado de ser del 3% al 1%. Esto quiere decir que los fondos de inversión están obligados a mantener, como mínimo, ese 1% de su capital en instrumentos financieros que permitan una rápida recuperación de la inversión, con la intención de satisfacer las necesidades de reembolso de los clientes que así lo soliciten.